Ser o no ser... es la primera línea de un soliloquio de la obra de William ShakespeareHamlet (escrita alrededor de 1600), en el acto tercero, escena cuarta. Es una de las citas más famosas de la literatura universal y la más conocida de esta obra en particular:
HAMLET
To be, or not to be? That is the question—
Whether ’tis nobler in the mind to suffer
The slings and arrows of outrageous fortune,
Or to take arms against a sea of troubles,
And, by opposing, end them? To die, to sleep—
No more—and by a sleep to say we end
The heartache and the thousand natural shocks
That flesh is heir to—’tis a consummation
Devoutly to be wished! To die, to sleep.
To sleep, perchance to dream—ay, there’s the
rub,
For in that sleep of death what dreams may come
When we have shuffled off this mortal coil,
Must give us pause. There’s the respect
That makes calamity of so long life.
Fragmento de la película Hamlet dirigida y protagonizada por Kenneth
Branagh en 1996. Corresponde al soliloquio del acto 3, escena 1, de la
obra trágica escrita en 1600 por William Shakespeare.
Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Qué es
más noble para el alma sufrir los golpes y las flechas de la injusta
fortuna o tomar las armas contra un mar de adversidades y oponiéndose a
ella, encontrar el fin? Morir, dormir… nada más; y con un sueño poder
decir que acabamos con el sufrimiento del corazón y los mil choques que
por naturaleza son herencia de la carne… Es un final piadosamente
deseable. Morir, dormir, dormir… quizá soñar. Ahí está la dificultad.
Ya que en ese sueño de muerte, los sueños que pueden venir cuando nos
hayamos despojado de la confusión de esta vida mortal, nos hace frenar
el impulso. Ahí está el respeto que hace de tan larga vida una
calamidad. Pues quien soportaría los latigazos y los insultos del
tiempo, la injusticia del opresor, el desprecio del orgulloso, el dolor
penetrante de un amor despreciado, la tardanza de la ley, la insolencia
del poder, y los insultos que el mérito paciente recibe del indigno
cuando él mismo podría desquitarse de ellos con un puñal. Quejarse y
sudar bajo una vida cansada, por el temor a algo después de la muerte –
El país sin descubrir de cuya frontera ningún viajero vuelve- aturde la
voluntad y nos hace soportar los males que sentimos en vez de volar a
otros que desconocemos. La conciencia nos hace cobardes a todos. Y así
el nativo color de la resolución enferma por el hechizo pálido del
pensamiento y empresas de gran importancia y peso con lo que a esto se
refiere, sus corrientes se desbordan y pierden el nombre de acción.